Traducido por
Rocío ALONSO LOPEZ
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2 dic. 2020
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La industria de la moda es sensible a la sostenibiildad pero se muestra reticente a los cambios

Traducido por
Rocío ALONSO LOPEZ
Publicado el
2 dic. 2020

La asociación Climate Chance dio a conocer el 30 de noviembre el informe de 2020 de su Observatorio Mundial de Acción Climática No Estatal. Un documento intersectorial de 250 páginas, veinte de ellas dedicadas a la industria de la moda, cuyo impacto ambiental ha sido estudiado, así como los compromisos de RSE de las marcas, con resultados muy limitados a la escala sectorial por el momento.


CLIMATE CHANCE – BILAN 2020


“Si bien los mercados de moda sostenible y de segunda mano están ganando terreno, es difícil medir su impacto y siguen metidos en una lógica de crecimiento sectorial, que impide el crecimiento anual del consumo de recursos y externalidades negativas de la industria textil y de la confección”, lamentó el informe.

“Las autoridades públicas han abordado algunas cuestiones, como la mejora de las condiciones laborales de los trabajadores, especialmente en Asia, y la gestión de los residuos textiles. Pero el clima está integrado de forma débil en estos intentos de regulación y, por el momento, es solamente objeto de iniciativas y declaraciones de intenciones relativamente aisladas por parte de las compañías europeas”, continuó el documento.

El informe analiza la evolución de la producción mundial de las fibras. Dicha evolución muestra particularmente que la producción de poliéster se ha duplicado en 15 años, recuerda Climate Chance, evocando un sector con contornos difíciles de definir. Una industria que emitió unas 2100 millones de toneladas de gases de efecto invernadero (GEI) en 2018, lo que representaría un aumento del 23 % en tres años y llevaría la participación del sector en las emisiones globales al 4 %.

La producción upstream representa el 71 % de estas emisiones, estando a la cabeza la producción de materiales (38 %), seguida del hilado (8%), los procedimientos de transformación de tipo "wet processes" (15 %), fabricación de piezas (6 %) y corte (4 %). El transporte y la venta al por menor generan el 3 % de las emisiones, respectivamente. El uso del producto genera por su parte un 20 %, al que se añade un 3 % de emisiones al final de la vida del producto.

En cuanto a productos, son los suéteres de lana, las chaquetas impermeables-transpirables y los abrigos de composición media los que provocan más residuos industriales, por delante de las camisas de algodón, los vestidos de algodón, los suéteres acrílicos y los vestidos de poliéster.

Más allá de las emisiones de gases de efecto invernadero, el informe apunta al consumo de agua del sector. Con 84 500 millones de metros cúbicos de agua al año, el algodón supone el 93 % de este elemento utilizado por la industria textil. Además, mientras que el algodón representa solo el 2,4 % de las tierras agrícolas mundiales, supone el 22,5 % de uso de insecticidas. El 7 % del agua restante está destinada principalmente a la producción de fibras y al teñido, que se estima utiliza 43 millones de toneladas de productos químicos. A lo que hay que sumar las 500 000 toneladas de microplásticos que se desechan cada año al océano a través del lavado de productos por parte de los consumidores.



CLIMATE CHANCE – BILAN 2020


En cuanto a los bosques, el sector representa el 1 % de la deforestación mundial, con 150 millones de árboles talados cada año. Un factor al que se suma el 2,4 % de las tierras agrícolas explotadas para el cultivo de algodón en 2020, así como las 278 hectáreas necesarias para producir una sola tonelada de lana. En cuanto al final de la vida útil del producto, menos del 1 % de la ropa se utiliza actualmente para crear prendas nuevas, mientras que el 12 % se recicla en productos de menor valor (“downcycling”). Hoy en día, el 87 % de los materiales utilizados en la fabricación de ropa terminan siendo desechados a escala mundial.


¿Cuáles son los compromisos del sector?

La asociación Climate Chance señaló muchas iniciativas aisladas tomadas por determinados actores del sector pero que, por su naturaleza, no llegan a toda la industria. Aunque ahora el 50 % de las empresas del sector monitorizan sus desechos, solamente el 10 % se fija objetivos de reducción.

Por otro lado, muchas marcas están recurriendo a materiales que requieren menos agua y fertilizantes, como el lino y el cáñamo. Con una huella de carbono un 46 % inferior a la del algodón convencional, el algodón orgánico ha duplicado su producción en seis años, pero solo representa el 1 % del algodón producido en todo el mundo. Las marcas favorecen el "preferred cotton" (integrando compromisos sociales y/o medioambientales, ndr), que es más barato pero favorable para la imagen, que representó el 25 % de la cuota de mercado en 2019.

En cuanto a tintes y tratamientos, están surgiendo nuevas técnicas. “ColorDry le ha permitido a Nike ahorrar 20 millones de litros de agua (WWF, 2017); la compañía suiza Archroma ha desarrollado un tinte para jeans a base de azufre que ahorra un 84 % de agua y un 25 % de emisiones de CO2 en comparación con los tintes convencionales (WWF, 2017)”, señaló el informe.

"Otros utilizan productos naturales para teñir los tejidos: la cadena de restaurantes estadounidense Chipotle Mexican Grill, por ejemplo, ha lanzado una colección de ropa teñida con pepas de aguacate de sus restaurantes", se añadió.




CLIMATE CHANCE – BILAN 2020


Por el lado del transporte, el informe da el ejemplo de la marca francesa 1083, que apuesta por suministrar productos fabricados a menos de 1083 kilómetros del consumidor y cita un estudio de McKinsey, que estableció el pasado mes de marzo que la deslocalización de ciertos pasos de procesamiento sería suficiente para reducir las emisiones totales del transporte en 3 %. El aspecto creativo de las piezas también está cambiando, junto con las nociones de RSE.

Si bien la producción de moda se ha duplicado desde el año 2000, los productos son llevados en un periodo de tiempo un 15 % inferior. De ahí la aparición de marcas y piezas diseñadas para ser atemporales y resistir las tendencias cambiantes, mientras que las “Repair Shops” se multiplican en Nudie Jeans, Vaude y otros. La circularidad también tiene un lugar entre las estrategias, como las colecciones de H&M, la empresa francesa Corail que produce zapatos de plástico recogidos de los océanos, ropa biodegradable de Freitag… Mientras que la segunda mano sigue despegando y podría llegar a pesar el doble que el fast fashion dentro de 10 años, según ThredUp.


¿Una lógica demasiado productivista y consumista?

“Así, algunas marcas han desarrollado colecciones calificadas como 'sostenibles', 'éticas' o 'conscientes', o de segunda mano, a menudo acompañadas de declaraciones llamativas”, sostuvo el informe, que menciona notablemente el caso de Walmart.

“Sin embargo, las comunicaciones y compromisos de las marcas no siempre están en consonancia con la realidad de sus actividades: un informe reciente de la agencia Retviews mostraba que la colección Conscious de H&M solo representaba el 9 % de la ropa a la venta, y Join Life de Zara, el 14 %. Sin embargo, estas marcas firmaron el Fashion Industry Charter for Climate Action iniciado en 2018 durante la COP24, o incluso el Fashion Pact”, detalló el documento.



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La ropa sostenible aún representaba solo el 1 % de los productos vendidos en el mercado. Esta cifra parece contradictoria, ya que el número de prendas etiquetadas como "sostenibles" se habría quintuplicado entre 2017 y 2019. El informe también advierte contra el alcance de ciertas etiquetas como GOTS (Global Organic Textile standard), que no implica medidas específicas en cuanto a teñido o emisiones de transporte.

“Por tanto, han surgido herramientas para tratar de evaluar (y potencialmente certificar) todo el proceso de fabricación”, expresó Climate Chance.

“Las etiquetas como Sloweare intentan unir varios aspectos en su certificación. Las aplicaciones de trazabilidad como ClearFashion permiten a los consumidores un mejor acceso a la información sobre el proceso de fabricación. La plataforma de ventas online Zalando va a seleccionar a sus proveedores a través del Higg Brand & Retail Module (Higg BRM), desarrollado por Sustainable Apparel Coalition (SAC), una herramienta para medir el desempeño en términos de emisiones de CO2, derechos humanos y contaminación ambiental con la ayuda de indicadores”, se indicó.

 

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