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8 abr. 2014
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Expuesto en Londres un valioso huevo de Fabergé descubierto en un mercadillo

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EFE
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8 abr. 2014

Londres - La casa londinense Wartski presentó el lunes un valioso huevo de Pascua del joyero ruso Carl Fabergé, que fue adquirido por un chatarrero estadounidense en un mercadillo de antigüedades después de estar desaparecido desde 1902.

El llamado tercer huevo imperial de Pascua, de apenas 8,2 centímetros, labrado en oro y decorado con diamantes y zafiros, esconde un reloj de la lujosa marca "Vacheron Constantin" y está valorado en 20 millones de libras (33 millones de dólares).

La casa londinense Wartski, especialista en el legado de Fabergé, expondrá la pieza al público del 14 al 17 de abril, antes de devolverla a su nuevo propietario, que se lo compró al chatarrero.

tras 112 años, el huevo será de nuevo expuesto al público | Foto: Wartski


Este huevo imperial de Pascua, diseñado por Fabergé para que el zar Alejandro III se lo regalara a la zarina Maria Feodorovna en 1887, fue encontrado por un chatarrero estadounidense, actualmente millonario, en un mercadillo de objetos de segunda mano en un pueblo del Midwest de EEUU por unas 8.000 libras (13.300 dólares).

El gran joyero ruso de principios del siglo XX, Gustav Carl Fabergé, que trabajó para los últimos zares de la dinastía Romanov, Alejandro III y Nicolás II, creó 50 huevos con diseños únicos y lujosos de los cuales ocho estaban desaparecidos.

El tercer huevo imperial de Pascua es una de esas ocho obras recuperadas que supuso "casi un regalo de Dios", según señaló hoy a Efe, Kiaran McCarthy, director de la casa Wartski.

"Su descubrimiento es único, no se ha encontrado hasta ahora ninguno de los ocho huevos desaparecidos. Así que, cuando nos enteramos de su existencia y llegó aquí, fue uno momento muy entrañable", indicó MvCarthy.

Estos huevos, creados con materiales como el jade, el oro, la plata o el ágata, suelen contener dentro pequeños objetos o delicadas joyas fabricadas con esmeraldas o rubíes, entre otras piedras preciosas.

Gustav Carl Fabergé heredó una modesta joyería de su padre ubicada en San Petersburgo.

Tras haber estudiado y viajado por toda Europa, consiguió relanzar la compañía de objetos decorativos, llegando a emplear hasta a 500 empleados entre joyeros, talladores y orfebres en San Petersburgo, Moscú, Odesa, Kiev y Londres.

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