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Hernandez Sebastian
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30 may. 2019
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El Sudeste Asiático, el gran ganador de la guerra comercial entre EE.UU y China

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Hernandez Sebastian
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30 may. 2019

Los países del Sudeste Asiático, como Vietnam, esperan que sus productos, zapatillas, camisas, relojes o cualquier otro, salgan beneficiados de la guerra comercial entre Washington y Pekín, que llevaría a muchas marcas a dejar de subcontratar sus producciones en China.


La producción asiática se desplaza de China hacia los países del Sudeste Asiático - Shutterstock


En Hanói, la empresa textil Garco 10, que fabrica camisetas para marcas estadounidenses como Hollister, registró un aumento del 7 % en sus exportaciones a Estados Unidos el año pasado y espera un nuevo salto del 10 % este año. "Gracias a la guerra comercial entre Estados Unidos y China, muchos sectores de la economía vietnamita se han visto beneficiados, especialmente nuestro sector textil", celebra el director ejecutivo Than Duc Viet. "Cuando los Estados Unidos aplicaron aranceles a los productos chinos, las compañías inmediatamente pensaron en Vietnam, dado que Vietnam y China están muy cerca geográficamente, así que el traslado de materiales de China a Vietnam y de Vietnam a Estados Unidos equivale a exportar de China a Estados Unidos", dijo el ejecutivo a la AFP.

En términos más generales, las exportaciones de Vietnam a Estados Unidos en el primer trimestre de 2019 superaron los 16 000 millones de dólares (14 000 millones de euros), un aumento del 40 % frente al mismo período de 2018, según estadísticas de Estados Unidos. Se espera que la tendencia aumente a medida que la guerra comercial persiste entre las dos economías más grandes del mundo.

El 10 de mayo, Donald Trump impuso aranceles más rígidos a 200 000 millones de dólares en productos provenientes del gigante asiático. Por su parte, Pekín impondría aranceles a 60 000 millones de dólares en productos estadounidenses a partir del 1 de junio.

Según un estudio reciente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos en China, más del 40 % de las compañías estadounidenses en China planean actualmente reubicar su producción en el Sudeste Asiático o México; algunas ya han iniciado el traslado.

Por ejemplo, Casio ha anunciado el traslado de parte de su producción de relojes a Tailandia y Japón para evitar caer bajo las barreras aduaneras estadounidenses. El gigante del calzado Steve Madden planea producir más en Camboya y el proveedor de equipos deportivos Brooks Running tiene la mira puesta en Vietnam.

Los grupos chinos, sin embargo, podrían seguir siendo socios de los grupos estadounidenses. De hecho, si bien el desarrollo de los gigantes manufactureros chinos no es nuevo en los países del Sudeste Asiático, parece estar acelerándose con el aumento de las tensiones entre los dos países. Por ejemplo, el departamento de inversiones extranjeras del Ministerio de Planificación e Inversiones de Vietnam ha revelado que en los primeros cinco meses de 2019 la inversión extranjera directa (IED) ha aumentado en un 69 % frente al mismo periodo del año pasado, hasta llegar a los 16 740 millones de dólares.

Estas cifras también revelan que la industria de manufactura y procesamiento es el sector principal de inversión con 12 000 millones de dólares. El principal inversor es Hong Kong (China), con 5000 millones de dólares invertidos, mientras que el año pasado el territorio ni siquiera figuraba en el podio vietnamita. Japón ocupa el segundo lugar y Singapur, el centro financiero a través del cual pasan muchos intereses chinos, se hace con la tercera casilla. Así, parece ser que el "know-how" chino está en fase de expansión.

No obstante, el Sudeste Asiático no está en capacidad de suplantar por completo al "taller del mundo" que hasta ahora ha representado China. Es cierto que los costos de producción son bajos en la región, gracias principalmente a los bajos salarios: unos 250 euros en Vietnam o 160 euros en Camboya e Indonesia, frente a 480 euros en China. Pero la productividad también es mucho menor.

"La mano de obra es tres veces más cara en China, pero la productividad es tres veces más alta", dijo Frank Weiand de la Cámara de Comercio Estadounidense en Vietnam. Además, la fuerza laboral en los países del Sudeste Asiático está lejos de poder competir con los batallones de trabajadores chinos: a modo de comparación, Vietnam cuenta con unas 10 millones de personas en el sector manufacturero, mientras que en China representan 166 millones, según los datos de la Organización Mundial del Trabajo. Indonesia cuenta con unos 17 millones de trabajadores y Camboya 1,4 millones.

A esto se suman los problemas de infraestructura. Indonesia es particularmente vulnerable, pero el país se ha embarcado en un programa de desarrollo de infraestructura y reducción de impuestos para las empresas que deciden establecerse allí. Al final, a la larga, la guerra comercial entre Pekín y Washington podría reorganizar a profundidad el mapa de la producción industrial en Asia. "Esto sin duda pondrá fin al predominio de China como el taller de Estados Unidos", dice Gary Hufbauer, del Instituto Peterson de Economía Internacional. Sin embargo, esto no llevaría a una reubicación de la producción en Norteamérica, como había prometido Donald Trump en su programa electoral.

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