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Zafiros con abejas de diamantes y cremalleras de oro blanco con turquesas

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EFE
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1 feb. 2011

Lola Loscos

París, 27 ene (EFE).- Chaumet y sus históricas abejas, los nuevos collares-cremallera de Van Cleef & Arpels, y Boucheron con un gabinete de curiosidades muy especial, pusieron punto final a las nuevas creaciones alta costura para el verano 2011.



Chaumont

Esta fiesta de oro, turquesas, perlas y piedras preciosas de múltiples colores y tamaños, incluyó una colección Chanel, "Secretos de Oriente", inspirada en los viajes por esa región del mundo que tanto interesaron a Coco Chanel (1883-1971), aunque no siempre pudo realizarlos, explicaron a Efe fuentes de la firma.

Para el verano 2011, los periplos frustrados de la gran diva de la moda produjeron entre otras piezas anillos y pendientes en forma de pequeñas cúpulas de palacios de la India, con granates, cetrinas y turmalinas rosas y rojas, engarzadas en oro blanco de 18 quilates.

Hubo también con Chanel collares de diamantes y zafiros en busca del aspecto acuático de Venecia; camelias de puntillas y perlas; mosaicos de esmeraldas, zafiros y laca; "soles pastel" multicolores, piezas de estilo bizantino y también de inspiración persa.

A sólo unos pasos de su sede en la plaza Vendôme, en el lujoso cuartel general de Chaumet no sólo se habla de joyas, también de miel, pues la firma rinde así perpetuo homenaje al que fuese su primer cliente importante, Napoleón, cuyo símbolo era ese pequeño y fundamental insecto, cuya supervivencia está hoy amenazada, recordaron sus portavoces.

"Toda la colección parte de la abeja, que es el emblema de la casa", y es un pequeño paseo por su mundo, hasta obtener unas piezas "extremadamente construidas, y a la vez aleatorias, como la naturaleza", resaltó el director artístico de Chaumet, Lionel Giraud.

Una colección "a la vez muy organizada y muy precisa que de la impresión de total azar y una gran libertad" y que se divide en tres secciones, alta joyería, con piezas de hasta 400.000 euros (549.000 dólares), mediana joyería, y "una parte más lúdica, de primeros precios, a partir de 500 euros (686 dólares)", explicaron a Efe sus portavoces.

También desde su sede en la plaza Vendôme, Van Cleef & Arpels reunió sus nuevas creaciones bajo el nombre de "Zip", "zip" de cremallera, técnica inventada para la ropa de aviadores y marinos, que a propuesta de la duquesa de Windsor llevaron a crear en 1950 la célebre colección de collares-cremallera de la firma.

A ella se unieron ahora cuatro nuevas piezas de oro blanco y diamantes, perlas, turquesas, esmeraldas y zafiros, que al cerrarse pueden convertir los collares en brazaletes.

Justo al lado, en la misma plaza parisina, Boucheron mostró siete curiosidades en su gabinete para hablar de cuentos y leyendas, serpientes hechiceras, momentos exóticos, ondas acuáticas, alas del deseo y otras elementos de la naturaleza.

Lo que en el mundo de la alta joyería se tradujo entre otras piezas en un brazalete de lapislázuli, diamantes, ónix y esmeraldas sobre oro blanco, y en un collar "ADAM" en forma de serpiente de oro rosa con engarces de granates, espinelas rojas y rosas, zafiros amarillos, esmeraldas y diamantes.

Dior Joaillerie participó en esta última jornada de alta costura con la presentación a la prensa de la nueva arquitectura de sus instalaciones en la Plaza Vendome.

Mientras que otra firma de leyenda, Mellerio Dits Meller, particularmente apreciada desde hace siglos por las monarquías europeas, entre ellas la española, anunció que se unirá al evento sólo el próximo mes de julio, por preferir concentrar sus creaciones una vez al año, explicaron sus portavoces.

A dos pasos de la misma plaza, en la rue Cambon, el apartamento de mademoiselle Chanel tal y como ella lo decoró reunía por última vez el fruto de otros talleres artesanales de técnica exquisita, la llamada colección París-Bizancio, con la que Chanel rinde en 2011 su particular homenaje anual a la mejor artesanía del país.

Al norte de París, el final de las jornadas de alta costura coincidió con el cortejo infinitamente triste que despidió hoy a uno de sus testigos habituales, el fotógrafo Lucas Dolega, quien debía haber cubierto, una temporada más, estas colecciones estivales.

El reportero franco-alemán, de 32 años, murió en Túnez el pasado 17 de enero, cuando cubría para la agencia EFE las manifestaciones populares que acabaron con el viejo régimen, al recibir en el rostro el violento impacto de una bomba lacrimógena antidisturbios.

Sus familiares, amigos y colegas le dijeron adiós multitudinariamente, en el cementerio del Père-Lachaise, junto a algunas de sus fotos de desfiles de moda y de países víctimas de la guerra. EFE

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